La Renovación Carismática Católica (RCC), surgida tras el Concilio Vaticano II, se ha destacado por renovar y revitalizar las formas de oración, adoración y vida comunitaria en la Iglesia. En la RCCES, el canto y la música desempeña un papel central como vehículo en la Oración para abrirse a la acción renovadora del Espíritu Santo.

Es un instrumento de evangelización y expresión de nuestra Epiritualidad Carismática.

“Un himno necesita tres elementos: canto, alabanza y alabanza a Dios” “¿Conoces lo que es un himno? Es un canto de alabanza a Dios. Si tú alabas a Dios y no cantas, tú no expresas un himno, si tu cantas y no alabas a Dios sino otras cosas, tu no expresas un himno» (Comentario al salmo 148). San Agustín.

En el contexto de la RCC, la música es mucho más que un adorno litúrgico: es un medio por el cual los fieles entran en contacto directo con la presencia viva del Espíritu Santo.

San Agustín expresó: “El que canta, ora dos veces”, una afirmación que encuentra un eco profundo en la Renovación Carismática, donde los cánticos permiten a la comunidad elevar el espíritu, conectarse con Dios y experimentar el poder transformador del Espíritu Santo.

Los himnos de alabanza, los cantos de adoración tradicionales y contemporáneos, facilitan el reconocimiento y la experiencia de los carismas, como el don de lenguas y la sanación.

Al cantar, la asamblea no solo proclama las verdades de fe, sino que también participa en la comunión del Cuerpo de Cristo, según enseña el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium.

Conclusión

El Canto y la música en la Renovación Carismática Católica no es solo un complemento, sino una herramienta poderosa de alabanza, adoración y evangelización. En ella, el Espíritu Santo actúa de manera viva y concreta, transformando corazones, sanando vidas y construyendo comunidad. A través del canto, los hermanos en la Comunidad, experimentan el gozo del Evangelio y se sienten enviados a proclamarlo al mundo.